El director catalán Jaume Collet-Serra encuentra los mejores momentos de su película en la angustiosa situación en la que coloca a su protagonista: está en un país extraño, nadie lo reconoce, no le creen cuando afirma ser quien es y él mismo empieza a dudar de su cordura. Su esposa, lejos de aclarar las cosas, no sólo lo desconoce sino que está acompañada por otra persona, a la que presenta como su verdadero marido. Las cosas se complican cuando comienza a ser perseguido, y entonces queda bastante claro que lo que pretenden quienes lo acechan es eliminarlo. Promediando el filme, el tono se vuelca claramente hacia la acción y entonces, la película se vuelve un tanto más previsible y rutinaria, pero sin perder atractivo ni tensión dramática en el relato. El realizador apela a partir de ese momento a espectaculares escenas de persecuciones, choques y explosiones que, por cierto, están técnicamente muy bien realizadas. Queda claro que el director eligió relegar el dilema existencial del protagonista en beneficio de una trama más dinámica y convencional, con el acento puesto en la intriga y el suspenso.
La trama es sólida, y el espectador va recibiendo información al mismo tiempo que el propio protagonista. Es cierto que algunos giros de la trama suenan inverosímiles, pero no lo es menos que esta es una característica de este tipo de realizaciones. También debe apuntarse que el desenlace explica y justifica muchas aparentes arbitrariedades de la narración, con lo que quedan firmes algunos cabos sueltos del relato; de esta manera, el director consigue redondear una propuesta ágil que, sin dudas, resultará atractiva para un gran número de espectadores.
Liam Neeson cubre con su habitual eficacia el rol central; su interpretación resulta convincente, y está bien secundado por January Jones, Aidan Quinn y Diane Kruger. Las apariciones de Bruno Ganz y de Frank Langella sirven para confirmar una vez más la enorme calidad de los veteranos intérpretes.